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La condena bajo el velo

Por Valentina A. Moron Borda

Una introspectiva de las causas sobre la continuidad de los matrimonios y uniones infantiles, tempranos y forzados en el área urbana de La Paz. 

La raíz de una condena

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Allá por 1972 Laura Tapia (nombre convencional) tenía 16 años cuando comenzó a salir con Fernando Rojas (nombre convencional), quien era 10 años mayor que ella. Después de varias citas, fueron al cine a ver un clásico de Charles Chaplin y, de un momento a otro, la joven sintió un dolor intenso en el abdomen y comenzó a marearse, por lo que pidió a Fernando que la llevara con urgencia a su casa. El taxi que los recogió tenía los asientos forrados con un tapiz blanco. 

En el momento que Laura se sentó, comenzó a desangrarse y la tapicería se tiñó de rojo al instante. Lo próximo que ella supo es que estaba cargando un bebé muerto hace 5 días, lo cual provocó el incidente. 

Después de sobrevivir a un aborto mal realizado y en malas condiciones, Laura no tuvo tiempo para asimilar lo que le había ocurrido, ya que Fernando y sus padres se presentaron en su casa para pedirle la mano en matrimonio. La única oportunidad que tuvo para decidir sobre su vida fue cuando su papá le preguntó: “¿Y tú quieres casarte, hija?”, pero se la arrebató Fernando con su respuesta: “Sí, es que nos queremos mucho”. 

Esta historia se destaca por demostrar los factores que perpetuaron y actualmente permiten la continuidad de los matrimonios y uniones infantiles, tempranos y forzados en el área urbana de La Paz que son cinco: la idea de que una mujer es el símbolo de honor de su familia ante la sociedad, la sexualización de las niñas desde la pubertad, la falta de acceso a una educación sexual integral desde una edad temprana, las creencias sobre el matrimonio por los roles de género y la falta de conocimiento legal del delito de estupro. 

El término “matrimonios y uniones infantiles, tempranos y forzados” hace referencia a las tres formas en que esta problemática se desarrolla en la vida de las menores de edad. El Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa) explica en su documento Estudio de niñas y adolescentes en matrimonios y uniones forzadas a temprana edad, en municipios seleccionados de Bolivia que el concepto “infantil” se refiere a las uniones que se dan antes de los 18 años, “temprano” hace referencia al inicio de la vida en matrimonio de forma precoz y, por último, “forzado” alude a la unión que no fue una decisión autónoma de la niña. 

Unfpa también menciona que dichos matrimonios, en su mayoría, se constituyen en la informalidad que consta de la convivencia de la menor de edad y la pareja, sin los papeles pertinentes para formalizar dicha unión. 

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Un problema a gran escala

Laura conoció a Fernando en su casa ya que él, en un principio, se hizo amigo de su hermano mayor para acercarse a ella. Las visitas se hicieron recurrentes, tanto que Fernando llegó a pedir permiso al padre de Laura para salir con ella. La respuesta positiva ante ese pedido bastaría para condenarla a una vida llena de abusos. 

Claramente, cuando recién se estaban conociendo, Laura disfrutaba la compañía de Fernando ya que la llevaba al cine, a tomar helados y a restaurantes, “cosas que a la edad que tenía eran deslumbrantes para mi persona”, menciona ella. Nunca se imaginó que él se convertiría en su esposo porque para ella era simplemente un amigo de la familia muy atento. 

Esos momentos de la vida de Laura a principios de la década los 70 en La Paz (cuando conoció a su esposo) se podrían tomar como patrones que se identifican en otras historias de vida de mujeres que pasaron por la misma situación. Un ejemplo claro es el momento en que Rebeca Colmenares (nombre convencional) conoció al que sería su esposo cuando ella tenía 13 años; era el el año 2011 cuando el capitán del Ejército, Fabricio Delgado (nombre convencional) de 36 años llegó a la vida de su familia tras llevar su auto al taller del padre de Rebeca. Pasaría alrededor de un año y medio para que el militar sea invitado a los almuerzos familiares y posteriormente, invite a salir a la jovencita “porque se había enamorado de ella”.

La mirada bajo el velo del amor romántico puede orillar a la idealización falsa de las relaciones de pareja, sobre todo cuando se trata de una adolescente y se cree que “el amor lo puede todo”, pero la realidad es que la base del amor es compromiso y no un sentimiento. El psicólogo familiar y de pareja Bismarck Pinto explica que en la adolescencia los vínculos amorosos son más importantes que la racionalidad, lo que quiere decir que no se contempla la convivencia; esto puede llevar a relaciones abusivas, embarazos precoces o matrimonios tempranos destinados al fracaso.

El deslumbramiento de Laura por tener una relación tan cercana con Fernando, llena de tratos especiales, se esfumó cuando tuvieron relaciones sexuales. Laurita no entendía lo que le había sucedido, fue un evento traumático y como resultado quedó embarazada a los 16 años y tampoco lo sabía. Esta situación de seducción y engaño que comete una persona mayor de edad con el fin de tener relaciones sexuales con un menor de edad, en materia de delitos contra las libertades sexuales, tiene como nombre estupro. 

Alejandra Benítez, psicóloga en la Defensoría Municipal y el Centro Terapéutico Municipal donde trabaja con víctimas de violencia, cuenta que los casos más frecuentes que ha visto del delito de estupro son de adultos que están más cerca de las menores de edad, por ejemplo, profesores que tienen hasta tres parejas adolescentes. En un rango de edad, ellos son mayores de 15 a 30 años en relación con las menores. Los agresores tienen un trato de manipulación y las alejan de su familia y amigos. 

Alejandra Benitez
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La especialista habla, a grandes rasgos, sobre las características de los casos de estupro que vio desde su experiencia.

Además, Benítez destaca una característica en las adolescentes víctimas de estupro. Las menores son vulnerables psicológicamente, ya sea por una total sobreprotección o un abandono por parte de alguno de los padres; el vacío emocional es tan grande que ven a sus agresores como una figura de protección para llenar el vacío emocional que tienen. 

Las estadísticas no reflejan la realidad de todos los casos de estupro que ocurren en La Paz porque lo que se presenta solo es el porcentaje de los casos denunciados. El abogado Mateo Solares de la ONG IGUAL (organización de defensa de derechos humanos de poblaciones en situación de vulnerabilidad) menciona que los casos denunciados por estupro son menos del 10 por ciento. Muchas veces es porque las víctimas sienten culpa y miedo al denunciar o contar a alguna persona de confianza lo que están viviendo, como se verá más adelante con el caso de Laura. En otras situaciones, las mujeres entienden, muchos años después, que han vivido este tipo de violencia, por lo que el caso queda en la impunidad.

Mateo Solares
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El abogado comenta sobre el proceso que vive una víctima hasta realizar la denuncia.

“Para mí ha sido, como diríamos, un cuento de hadas, en el cual yo era la Cenicienta y el príncipe azul porque él tenía la plata, tenía todo eso. Llevamos un matrimonio de tal manera que era a todo dar, inclusive con la Swingbaly (orquesta musical de La Paz a finales de los años 60 y principios de los 70) , era una fiesta despampanante donde yo era la Cenicienta [...]. Entonces, me compraron desde el zapato y hasta el último cabello me hicieron peinar. O sea era una boda como que algo fuera de la realidad, de mí realidad.”, contó Laura. 

Vivir un matrimonio o unión pactada entre las familias no es una realidad que quedó en el pasado y en las anécdotas de generaciones más viejas. Esto lo cuenta Wendy Molina que trabajó por cinco años como asesora familiar en Aldeas Infantiles SOS. Pudo ver los casos de dos familias en las que sus hijas terminaron embarazadas de personas mayores de edad y llegaron a acuerdos con las parejas en donde aceptaban las relaciones, a pesar de que se realizó la denuncia por estupro. 

Wendy Molina
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La experta cuenta sobre las convivencias pactadas, entre los padres de la menor y el agresor.

Con 14 años cumplidos, a finales del 2012, Rebeca usaba un vestido rojo corto para la ceremonia del matrimonio civil con el capitán Delgado y un vestido blanco, hecho a crochet, prestado de su madre para la ceremonia religiosa. Ella describe los recuerdos reprimidos de los meses previos a la boda como situaciones incómodas en las que su padre le obligaba a hablar con el militar y acercarse más a él o momentos de pelea y oposición a la boda por parte de su abuela y su tía. 

Ahora con 24 años, la joven describe con un dolor cohibido, el por qué aceptó casarse. Afirma que para ella fue algo confuso, ya que en el fondo, sabe que sus padres aceptaron dinero del militar a cambio de pactar su matrimonio. Pero ella por buscar su bienestar emocional y conservar una buena relación con sus padres, afirma que se convenció de estar enamorada a un principio. Dicho enamoramiento se esfumó tras vivir episodios de violencia física y psicológica, en los primeros meses de matrimonio y los siguientes cinco años que duró esa unión. 

“(…) Uno se deja llevar por las cosas y por las mentiras. A uno le dicen que no es así, pum! Le pone un mundo maravilloso, le pone las cosas bien y a nosotras, algunas personas caemos, nos enamoramos también falsamente. Creemos enamorarnos, cosa que no es. (…) Creí que sí, ¿qué puedo hacer? Es la única opción que me han dado porque me han dicho ‘te casas con él o no te casas con nadie’”, mencionó Rebeca.

Por su parte, la psicóloga Molina también añade que los discursos de los familiares para justificar el respaldo que dan a esta relación de sus hijas menores de edad se resumen en que las muchachas se enamoraron genuinamente o al fin y al cabo son los padres de sus nietos: 

Existen otros tipos de uniones infantiles, tempranas y forzadas, en las que la violencia también se vive a gran escala y en silencio por parte de las víctimas. Gustavo Mejía, director nacional de la Escuela para Padres y presidente del directorio del Observatorio Boliviano de la Familia, apunta que hay tres situaciones en las cuales se encubre y justifica el estupro. Primero, la separación de los padres muchas veces provoca que los menores tengan que asumir roles maduros en lo sexual y relacional.

Por otro lado, cuando una niña o adolescente vive una situación de violencia física o sexual dentro de su hogar, opta por unirse con una persona mayor de edad que la saque del entorno violento para que después pueda cubrir todas sus necesidades. 

Gustavo Mejía
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Mejía expone las situaciones en las que las menores de edad escogen vivir en una unión infantil, temprana y forzada. 

Por último, está la violencia sexual comercial dentro del hogar, esto se da bajo la situación en que se obliga a la menor de edad mantener relaciones sexuales con la pareja de la madre por el hecho de asegurar un sustento económico, además de conservar al cónyuge a su lado.

Existen innumerables casos que salen a la luz o se quedan bajo las sombras de la violencia por mucho tiempo. Es así como Mejía cuenta un caso que abordaron en su institución de una mujer que fue abusada sexualmente, aproximadamente por 10 años. Es por eso que en muchas ocasiones se encuentran noticias en los medios de comunicación bajo el tema central que se descubrió un caso de violación de una menor de edad meses o hasta años después y la madre lo sabía. 

Compilación de fragmentos de noticias extraídas de los canales de Youtube de Unitel, Bolivisión, Agencia de noticias EFE Y Código Rojo. 

La violencia sexual económica también transgrede las paredes de una casa y se puede encontrar a flor de piel dentro de la ciudad, una dura realidad que la viven los adolescentes en situación de calle. Oscar Martínez, psicólogo social y antropólogo que se especializa en trabajar con un enfoque en infancia y juventud, vivió esta realidad de cerca y cuenta que adolescentes, mujeres y hombres son violentados sexualmente en plena luz del día a cambio de obtener un poco de dinero para subsistir. 

La esperanza de vida para estos niños es prácticamente nula; ellos suelen morir asesinados por sus violentadores, por contraer una serie de enfermedades venéreas y son positivos a VIH, además que día a día sufren la fuerte represión policial. ¿Cómo es que las menores de edad llegan a vivir en las calles?  

Oscar Martínez
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El profesional profundiza sobre el concepto de violencia sexual comercial.

“El Estado no hace nada por hacer programas de abordaje para estos niños, de hecho, son víctimas de la agresión y violencia de los violentadores que se puede conocer como clientes”, resaltó Martínez. En La Paz, esta problemática se hace presente en la zona Garita de Lima, por la plaza Eguino y el centro de la ciudad. 

El psicólogo también destaca que las niñas que viven en situación de violencia sexual comercial establecen relaciones de pareja con otros menores de edad para compartir las ganancias y para que velen por su seguridad cuando ingresan a los alojamientos con sus violentadores. Este tipo de violencia crece en tal magnitud que las jóvenes se ven expuestas a trata y tráfico de personas. 

También es importante resaltar la experiencia de Oscar Martínez como educador de calle y menciona que los estudios sobre este colectivo son contados. Resalta uno en particular que tiene por objetivo apuntar las razones del porqué los hombres de áreas rurales que llegan a la ciudad, violentan a estas niñas para después llevárselas a sus comunidades. El especialista destaca que dichos hombres son en su mayoría profesores del área rural que llegan a cobrar a las ciudades y pasan por la zona 12 de Octubre en El Alto para tratar con las menores de edad que viven dentro de la dinámica de violencia sexual comercial

Además, cuenta que el nivel de mortandad de estos jovenes es alta, como se mencionó anteriormente ellos se ven expuestos a situaciones de violencia física y sexual, como resultado de 15 a 12 menores de edad, en situación de calle, fallecen al año. En la organización Maya Paya Kimsa, cada celebración de Todos Santos cubren un salón entero con las fotografías de todos los niños y niñas que murieron en situación de calle.

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Un tabú y una herida abierta 

Antes de pactar el matrimonio de Laura con Fernando, el hombre tuvo sospechas del embarazo porque le preguntó si hasta esa fecha ella había tenido su menstruación, evidentemente la joven le dijo que no. 

“Pero yo no sabía que estaba embarazada, yo no sabía que se suspendía el período, yo no sabía nada ¡por Dios!. Yo misma me admiro y digo cómo he podido ser tan tonta de no darme cuenta de todo lo que sé ahora. Eso es lo que más me machaca y me duele, porque yo no conocía nada de eso que, digamos, tú te embarazas y se suspende tu periodo, eso yo no lo sabía porque a mí nadie me lo ha dicho”, dijo con la voz cortada y lágrimas en los ojos. 

Después de que Fernando se dio cuenta del embarazo de Laura, comenzó a suministrarle e inyectarle medicamentos en complicidad con su hermana Carmen (nombre convencional) para inducir un aborto. La ignorancia condenó a Laura, los hermanos la engañaban diciendo que dichos medicamentos eran vitaminas, “son para que estés más linda”,  le repetía Fernando. 

Hoy en día, hablar de una educación sexual integral desde una temprana edad, tanto en el ámbito familiar como el ámbito escolar, sigue siendo un tabú y un pesar que llevan muchos educadores. Indistintamente, esto afecta a cada persona a nivel personal, en el trabajo y en la educación. 

Esta situación la cuenta Luis Iturry, gerente del área de implementación de programas de Plan Internacional Altiplano. El trabajo de su institución está orientado a menores de edad, sobre todo niñas y adolescentes en diferentes proyectos con un enfoque de empoderamiento para visibilizar los distintos tipos de violencia que sufre ese colectivo en nuestro país. 

En cuanto al tema de la sexualidad integral, él destaca que en muchas ocasiones el trabajo en distintas escuelas se vio afectado porque aún las autoridades y profesores tienen la idea de que si se imparten este tipo de temas en las escuelas, se van a incentivar a que se produzcan más embarazos precoces en las jóvenes. Iturry resalta que esto es una paradoja, ya que esta situación se produce con o sin educación, y también apunta que la información da poder sobre la decisión de cada joven, así los embarazos precoces disminuirían. 

Llegó el día del aborto para Laura, claramente ella se iba a enterar muchos días después lo que le había ocurrido. Carmen y Fernando la llevaron con engaños a un centro de salud en la Garita de Lima, Laura recuerda que bajó a un sótano donde le esperaba una mujer que vestía un delantal, ni siquiera tenía un guardapolvo blanco y menos uniforme médico. Cuando llegó el momento de la intervención, la joven se quedó sola, las personas que la llevaron se habían ido. 

“Esa mujer me ha tratado muy mal, ‘¡abra sus piernas!’, me dijo. Me ha hecho asustar y me ha metido una sonda y no se me ha producido el aborto esa vez”, contó la mujer. Después tuvo que irse a su casa sola, aún tenía la sonda puesta. Días después apareció Fernando en su casa con la intención de llevarla al cine, como si nada hubiera pasado. 

Ella recuerda que fueron a ver una película de Charles Chaplin, y fue entonces que comenzó a sentirse mal, pidió que la llevara a casa. El taxi que los recogió tenía los asientos forrados de un tapiz blanco, en el momento que se sentó la muchacha comenzó a desangrarse. Llegaron a la casa de Laura y Fernando se fue, la niña tuvo que contar a su padre lo que le había ocurrido.

De inmediato, la llevaron a una clínica entre la calle México y Colombia, el dueño del lugar era amigo del padre de Laura. Le practicaron un parto realizado con fórceps, el bebé estaba muerto hace 5 días dentro de ella. 

“O sea ha sido una cosa tan horrible que me ha pasado en la vida que ahorita, al recordar, me hace daño. Entonces, me practicaron ahí y lo sacaron con fórceps, salió mi bebé muertito y cuando salió había estado de 5 meses de embarazo. Era una cosita así chiquitita, varoncito, bien formadito. Su cabecita estaba completamente agujereada de todo lado, ahí es cuando despierto yo a la realidad y yo no quería saber nada”. Así relató Laura aquellos recuerdos que los había reprimido por muchos años. 

Impartir una educación sexual integral no solamente previene embarazos precoces, sino que también previene cualquier posible abuso sexual. La información pone en alerta a cualquier niña, niño o adolescente cuando está en peligro, y permite que una víctima denuncie la agresión que vivió. 

La sexóloga Paula Muñoz resalta que es un error creer que hablar de educación sexual es solo hablar de coitalidad, enfermedades e infecciones de transmisión sexual, embarazos no deseados o también algo que puede incitar a los menores a tener relaciones sexuales. La realidad es que se debe abordar la educación sexual de una forma integral y gradual, esto quiere decir que desde muy pequeños (menores de 4 años) se les puede hablar con un lenguaje propio de la edad y una vez que los menores (en calidad de hijos o estudiantes) les surjan dudas sobre todo lo relacionado al tema, se va adecuando el lenguaje a la edad por la que estén pasando. 

El trabajo de prevención con educación sexual, se enmarca en darles a cada menor herramientas con las que puedan contar cuando se sientan en peligro. Esto consta de denominar a los órganos sexuales por sus nombres y no usar otros sobrenombres; después, resaltar que su intuición es totalmente válida porque los alerta cuando pueden estar en peligro. 

En cuanto a la etapa de la pubertad, menciona que se puede comenzar a hablar sobre el tema de la excitación, ya que puede generar una buena sensación en el cuerpo, pero que también es bueno medirla. Además que ese tipo de temas se los aborda con una explicación sobre el porno y el daño que puede hacer en las relaciones de pareja y sexuales. Por último, destaca que siempre es bueno hablar de los riesgos que pueden enfrentar.

Paula Muñoz
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La especialista en sexología argumenta sobre los beneficios de la educación sexual integral y los obstáculos en la educación que se atraviesan como profesional.

En resumen, ¿cuáles son las dimensiones de una educación sexual integral? 

Por su parte, Carlos Velásquez, psicólogo forense, explica cómo es la asimilación de una agresión sexual, dependiendo de la edad del niño a la niña. En muchos casos cuando se genera violencia física, esta puede llegar a generar un cierto grado de afectación psicológica. Si la agresión sexual se produce sin violencia física, el niño o la niña muchas veces no lo percibe como un trauma a largo plazo, ya que no tienen la debida compresión de lo que le ha sucedido. 

En el caso de los adolescentes, la situación se vuelve más compleja porque tienen cierta conciencia de lo que les pudo haber ocurrido. En ese caso se toman diferentes variables para atender a una joven que haya sufrido abuso sexual, por ejemplo, uno de los factores que se involucran es la cronicidad de los hechos; esto quiere decir si la víctima haya sufrido numerosos episodios de violencia en mucho tiempo.

Velásquez destaca las dos formas de abordarlo: primero, está el tratamiento forense que se lo trabaja por lo judicial y, segundo, está el tratamiento clínico en donde se evalúan los daños que se hayan podido producir. 

Es importante resaltar que el especialista menciona que en el caso del estupro, el abordaje clínico es más complicado en la mayoría de los casos debido a que existe un vínculo sexual que desarrollan las adolescentes, esta situación se da porque las menores no perciben el estupro como una situación de violencia y mucho menos un delito. El experto resalta que justamente al tratarse de adolescentes, después de un primer vínculo sexual se desarrolla el enamoramiento, el cual los llega segar y priorizar su relación, sin tomar en cuenta que puede estar mal el relacionarse con alguien que es mayor de edad. 

En el área de terapia clínica en la Defensoría de la Niñez y Adolescencia tienen un procedimiento para tratar casos de estupro. Alejandra Benítez describe que se realizan terapias grupales con las menores, entonces, se abordan tres diferentes áreas para las sesiones de terapia en las que las niñas trabajan: autoconocimiento, autocuidado, autoconcepto y autoestima. 

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El lugar que te corresponde

Una vez que fue la boda de Laura, dejó el colegio faltando dos años para salir bachiller. A sus 16 años, en un abrir y cerrar de ojos, se convirtió en ama de casa y esposa. En los primeros cinco años de matrimonio nacieron sus dos hijas. Cabe mencionar que desde el primer día que vivió junto a Fernando sufrió violencia física y psicológica. 

Ella cuenta que no podía hacer lo más mínimo que enojara a su esposo porque la pegaba o insultaba. En los inicios del matrimonio, Fernando incluso la privaba de ver a su familia. El único apoyo y contención que tuvo esos años fue su suegra, quien le enseñó todas las labores para mantener su casa y cuidar de sus hijas. 

“Ha sido un matrimonio como que ha sido forzado, pero yo tenía que llevar adelante porque mis papás estaban casados. Tenía que demostrar que yo realmente estaba casada y cuando yo tenía algún problema, mi mamá me decía: ‘Tu lugar es tu casa, tu esposo, tienes que hacer lo que él diga’”, mencionó Laura. 

Las relaciones de desigualdad dentro de un matrimonio se encuentran enmarcadas en la concepción de que la relación de pareja se desarrolla en un espacio romántico. En realidad el casamiento se desarrolla en un espacio de convivencia y decisión mutua de cada uno. Bismarck Pinto así lo apunta y recalca que el amor no juega un papel importante en el casamiento; si no existe un acuerdo mutuo, la conyugalidad está destinada a fracasar. 

Bismarck Pinto
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Así como Laura tuvo que abandonar el colegio después de unirse en matrimonio, Rebeca con 14 años también dejó sus estudios con la seguridad que le dieron las promesas vacías de Fabricio. El uniformado, en el momento que pactó la unión con los padres de la niña, prometió que la haría estudiar y posteriormente la encaminaría para que ingrese a la universidad. Como se mencionó, tan solo las promesas fueron vacías, ya que Rebeca hasta la actualidad no realizó su bachillerato. 

La privación de su derecho de estudiar vino de la mano de violencia psicológica contra ella, ya que su marido la privaba de salir y mucho menos de visitar a su familia, es así como ella cuenta que por la soledad que estaba experimentado en su vida en matrimonio. A los 15 años optó por embarazarse y así tener que cuidar de su hija que sería su mejor compañía. Dicha situación también fue usada como excusa por parte de Fabricio y su familia para que Rebeca no estudie. 

En la época que la segunda hija de Laura entró al Kinder, la muchacha conoció al amor de su vida, como ella lo menciona. Antonio tenía 18 años y la protagonista tenía 21 cuando hablaron por primera vez, un día a la salida del colegio de la pequeña niña de Laura. La compatibilidad fue instantánea entre los dos, eran apasionados de los libros y tenían varios gustos afines. 

En la época que la segunda hija de Laura entró al Kinder, la muchacha conoció al amor de su vida, como ella lo menciona. Antonio tenía 18 años y la protagonista tenía 21 cuando hablaron por primera vez, un día a la salida del colegio de la pequeña niña de Laura. La compatibilidad fue instantánea entre los dos, eran apasionados de los libros y tenían varios gustos afines. 

El lugar que te corresponde

Una vez que fue la boda de Laura, dejó el colegio faltando dos años para salir bachiller. A sus 16 años, en un abrir y cerrar de ojos, se convirtió en ama de casa y esposa. En los primeros cinco años de matrimonio nacieron sus dos hijas. Cabe mencionar que desde el primer día que vivió junto a Fernando sufrió violencia física y psicológica. 

Ella cuenta que no podía hacer lo más mínimo que enojara a su esposo porque la pegaba o insultaba. En los inicios del matrimonio, Fernando incluso la privaba de ver a su familia. El único apoyo y contención que tuvo esos años fue su suegra, quien le enseñó todas las labores para mantener su casa y cuidar de sus hijas. 

“Ha sido un matrimonio como que ha sido forzado, pero yo tenía que llevar adelante porque mis papás estaban casados. Tenía que demostrar que yo realmente estaba casada y cuando yo tenía algún problema, mi mamá me decía: ‘Tu lugar es tu casa, tu esposo, tienes que hacer lo que él diga’”, mencionó Laura. 

Las relaciones de desigualdad dentro de un matrimonio se encuentran enmarcadas en la concepción de que la relación de pareja se desarrolla en un espacio romántico. En realidad el casamiento se desarrolla en un espacio de convivencia y decisión mutua de cada uno. Bismarck Pinto así lo apunta y recalca que el amor no juega un papel importante en el casamiento; si no existe un acuerdo mutuo, la conyugalidad está destinada a fracasar. 

Bismarck Pinto
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El doctor Pinto describe las relaciones que se constituyen bajo diferencia de edad.

Así como Laura tuvo que abandonar el colegio después de unirse en matrimonio, Rebeca con 14 años también dejó sus estudios con la seguridad que le dieron las promesas vacías de Fabricio. El uniformado, en el momento que pactó la unión con los padres de la niña, prometió que la haría estudiar y posteriormente la encaminaría para que ingrese a la universidad. Como se mencionó, tan solo las promesas fueron vacías, ya que Rebeca hasta la actualidad no realizó su bachillerato. 

La privación de su derecho de estudiar vino de la mano de violencia psicológica contra ella, ya que su marido la privaba de salir y mucho menos de visitar a su familia, es así como ella cuenta que por la soledad que estaba experimentado en su vida en matrimonio. A los 15 años optó por embarazarse y así tener que cuidar de su hija que sería su mejor compañía. Dicha situación también fue usada como excusa por parte de Fabricio y su familia para que Rebeca no estudie. 

En la época que la segunda hija de Laura entró al Kinder, la muchacha conoció al amor de su vida, como ella lo menciona. Antonio tenía 18 años y la protagonista tenía 21 cuando hablaron por primera vez, un día a la salida del colegio de la pequeña niña de Laura. La compatibilidad fue instantánea entre los dos, eran apasionados de los libros y tenían varios gustos afines. 

Su amistad duró más de cuatro años, en ese lapso se enamoraron y compartieron una relación tímida de pareja. Se propusieron escapar juntos a Cochabamba, pero antes Laura debía iniciar los  trámites para su divorcio. El abogado que la orientó para que inicie el proceso le apuntó qué documentos tenía que presentar, entre ellos los más importantes eran los certificados de nacimiento de sus hijas y el certificado de matrimonio. 

“Una, antes que mujer, es madre”, el remordimiento se apoderó de la joven porque ella no podía abandonar a sus hijas, aunque amaba a Antonio con todo su corazón. Al día siguiente se encontró con él en la calle México, era el último día que iban a verse a los ojos, Laura se despidió y le dijo que no podía ir con él por sus hijas. El muchacho rogaba a la joven para que se quedara con él y no lo dejara, pero se separaron. 

Laura se quedó con Fernando, con quien no compartía nada en común y no quería. La muchacha permaneció con la idea de divorciarse de su esposo, pero ella no tenía ningún sustento económico el cual le permitiera cuidar sola de sus hijas; entonces dependía de su marido. 

Los roles de género son construcciones sociales de cómo debemos actuar dependiendo de nuestras características sexuales”, explicó Paola Bedoya, comunicadora social y especialista en enfoque de género. También expone que dichos roles son impuestos por un sistema patriarcal.

Los especialistas en enfoque de género Augusto Yañez y Paola Bedoya explican a profundidad sobre los roles de género. 

Se aplicó una encuesta para conocer las percepciones que actualmente se tiene con respecto a los roles de género, el matrimonio y los matrimonios y uniones infantiles, tempranos y forzados, cabe resaltar que dicha encuesta tiene como objetivo mostrar un panorama de esta situación, pero no se basó en una muestra característica representativa de la ciudad de La Paz. En vez, se definió cinco grupos de diferentes rangos de edades desde los 18 hasta los 60 años y de diferentes partes de la ciudad, esto con el objetivo de formar una comparación entre generaciones paceñas. 

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Las hijas de Laura crecieron y tuvieron la edad suficiente para que ella pudiera retomar sus estudios escolares. En 1987 ingresó a un Centro de Educación Media Acelerada (CEMA), en el cual asistía a clases en las noches y en un año terminó los dos últimos cursos de colegio que le faltaban. Después ingresó a la Normal de Técnica para graduarse en técnico medio como profesora de labores. 

Después de terminar dichos estudios, Laura reunió el valor para pedir el divorcio a Fernando. Pero, cuando su hija mayor cumplió 18 años, la mujer se embarazó de su tercer hijo varón, este fue un hecho suficiente para no separarse de su marido, ya que ella no quería dejar a su pequeño sin un padre. 

En los próximos años Laura realizó una licenciatura en Ciencias de la Educación en la Universidad Católica Boliviana “San Pablo”. Al mismo tiempo que se graduó como profesional, su hija mayor se graduó en Medicina y la segunda en Arquitectura, después de tanto fue un momento de alegría y liberador para su vida. 

Nunca se le fue la idea de divorciarse de su esposo y por fin desligar sus vidas. Fernando mantenía relaciones fuera del matrimonio. Mientras tanto, Laura tan solo se enfocaba en conseguir un buen trabajo para tener sus propios ingresos. Cada vez que la protagonista planteaba a su marido el divorcio, él la amenazaba con quitarle a sus hijos o quitarse la vida. 

Pasaron 39 años de matrimonio, el año 2015 fue definitivo para proceder con el divorcio. Laura propuso a Fernando la separación y vender sus bienes en común para repartir todo a sus tres hijos. La adulta Laura salió de su casa con sus dos hijas y se fue a la casa de su madre, su hijo que en ese entonces tenía 17 años decidió quedarse junto a su padre. Fernando a todos sus conocidos contaba una realidad que no era cierta, él afirmaba que la madre de sus hijos pretendía botarlo de su casa y dejarlo sin nada.

Augusto Yañez describe que la masculinidad y los estereotipos de género se desarrollan con base en la primera infancia (hasta los tres años). Las masculinidades se construyen con base en cuatro arquetipos: el mujeriego, el poderoso, el dominante y el proveedor. A partir de estas cuatro características cada hombre se introduce en cada una de ellas y si se cumple con todas se lo cataloga como “más hombre”.

Como se pudo observar en la explicación, a partir de la construcción de las masculinidades, se desarrollan distintos círculos de violencia machista y misógina. Un ejemplo que describe Yañez es el hecho de la validación entre hombres, esta se da en el contexto cuando un hombre busca relacionarse sexualmente con parejas menores, dichas parejas son tomadas como trofeos ante otros hombres. 

Esto lo afirma Carlos Velásquez, quien menciona que ante esa situación existe una justificación social llamada “las crisis de los 30, 40 o 50”, por la cual se normaliza la búsqueda de parejas mucho más jóvenes para entablar relaciones extramaritales en muchos casos. Estas son creencias patriarcales que se difunden en el contexto de la sociedad, donde se manifiestan los privilegios de los hombres y los no privilegios de las mujeres. 

Otro punto a tratar es el acoso sexual y la sexualización de las mujeres desde una edad temprana, estas situaciones que se desarrollan dentro de un círculo de violencia en la que participan creencias tradicionales patriarcales, los procesos de validación entre hombre y el uso de la sexualización de la mujer en lo comercial. 

Paola Bedoya, comunicadora social especialista en enfoque de género, describe que la sexualidad de las mujeres se percibe de dos maneras: la sexualidad buena que está destinada para que la mujer se convierta en madre y la sexualización mala que tiene por único objetivo el satisfacer las necesidades sexuales de los hombres, es ahí de donde deriva la comercialización de los cuerpos de las mujeres. 

Es por eso que las justificaciones de violencia sexual contra las niñas se da en diferentes momentos, cuenta Bedoya. Menciona que alrededor de los 11 y 12 años, cuando ocurren los cambios hormonales y físicos, los discursos sociales afirman que están listas para ser deseables. Está la idea de que cuando llega el primer periodo (llamado menarca) a la niña, automáticamente “pasa a ser una mujer”, está cuestión refuerza la idea de que ya es deseable y está lista para ser consumida por el sexo masculino, entre otras cosas.

“Claro, a partir de la radio, de la televisión, del cine, empujamos esa idea de cómo mujercita ahora que ya eres una mujer. No importa que tenga once años y sea una niña, tienes que verte deseable. Ahora, ese deseable, tú puedes elegir si vas por este deseable de deseable para ser esposa, o si vas por el deseable para ser consumida de otras formas. Esta construcción de lo femenino y del cuerpo a partir de la sexualidad y a partir de la necesidad de que gustes”, manifestó Paola Bedoya. 

Augusto Yañez menciona que otro tipo de círculo de violencia machista es el hecho de que construya un pacto de silencio y respaldo entre la sociedad, sobre todo hombres cuando se presencia algún tipo de acoso o abuso sexual. El experto en género plantea “los micromachismos” que son los discursos que refuerzan, lo que se mencionó anteriormente, estos son representados a través de los piropos o el acoso callejero. 

“Donde no existe una reacción ante este tipo de formas de acoso que se dan generalmente en vía pública. Entre hombres, igual es una forma de aplaudirlos y de validarlos nuevamente. Mira cuanto más acosador es, más hombre y más macho. Entonces lo validamos y lo vamos reforzando, lo aplaudimos, lo premiamos”, resaltó Yañez. 

Por su parte, Carlos Velásquez describe una creencia tradicional muy arraigada es el hecho de que se piense que una mujer madura cognitiva, afectiva y sexualmente más rápido que los hombres. En consecuencia, existe la idea de que el hombre tiene que ser mayor que la mujer para casarse, esto se ha transmitido por generaciones. La edad siempre va generar más experiencia, por lo que un hombre de 26 años tendrá mayor experiencia de vida que una adolescente mujer de 16 años que está en las mismas condiciones que un adolescente varón de 16 años.

Carlos Velásquez
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El psicólogo forense Velásquez comenta sobre creencias tradicionales.

Por ese tipo de creencias, Laura aguantó años de infidelidades por parte de su esposo. Ella tenía muy presente que mientras no tenga un sustento financiero por sí misma y para sus hijas; el hombre a su lado, quien no amaba tenía que ser sustento y aguante. 

Finalmente, llegó el día de la firma de los papeles de divorcio con Fernando, la primera que firmó fue Laura. Ese día en la mañana, la mujer no podía llevar los papeles para que su futuro exmarido firmara, ella tenía que ir a trabajar en el colegio fiscal y después a la Universidad Salesiana; así que mandó a una diligenciera para que deje los papeles en su casa para Fernando. 

El hombre recibió la notificación, firmó en la sala y posteriormente subió hasta el último piso, tomó la escopeta de caza que tenía y se dio un tiro. Horas después llegó su hijo menor del colegio, estaba en la promoción, lo buscó en cada parte de la casa y después lo encontró muerto. De inmediato llamó a sus hermanas, llegaron ellas y sus tías (familiares del padre). El forense confirmó en el acta de defunción que falleció por paro cardiorrespiratorio. 

Los días de velorio y entierro de Fernando fueron los últimos días de calvario para Laura, sus cuñadas humillaban a ella y a sus hijos gritando que eran los asesinos. Nadie se acercaba a ellos a dar el pésame porque ellos quedaron como los malos de la historia. 

Demo

Una mujer libre, pero a la mitad

Dos meses después de la muerte de Fernando, Laura contrajo cáncer de mama en los dos senos. Pasó por quimioterapias y una mastectomía doble (la mastectomía es el término médico para la extirpación quirúrgica de una o ambas mamas de manera parcial o completa). Tuvo que jubilarse antes de tiempo del trabajo como docente en colegios y universidades que amaba tanto. 

Actualmente, Laura tiene 66 años y trabaja en la Federación de Maestros Jubilados. Está muy orgullosa de sus tres nietos, el mayor tiene 21 años, la del medio 20 y la menor tiene 11 años. Su profesión técnica le permite dar clases de pintura en tela, tejido de atrapasueños, corte y confección; ella define esta parte de su vida como su pasión. 

Aún la protagonista de esta historia recuerda su vida como un extenso dolor, tan solo con pequeños momentos felices como la titulación de ella y sus hijas o conocer a Antonio, el amor de su vida que no pudo ser. El “hubiera” la atormenta, aún se pregunta: ¿qué hubiera pasado si se divorciaba y se iba con Antonio?, ¿qué hubiera pasado si habría estado presente en el suicido de Fernando? Tal vez le hubiera dado un tiro, eso se pregunta.

“Pero, bueno, yo estoy cortada por la mitad, ya no hay muchas ilusiones en mi vida. Ya no creo mucho en Papá Noel, esa es la cosa”, mencionó Lau, mientras se despedía. 

Mujeres como Laura y Rebeca son la prueba de que en la actualidad niñas y adolescentes tienen historias parecidas, a pesar de la diferencia temporal, que se construyen en medio de la violencia y el silencio. Muchas veces entre las cuatro paredes de sus hogares y, por ende, no se reflejan en investigaciones a gran escala, en nuestro país para minimizar este fenómeno. La historia de vida de Laura es un caso que da esperanza, entre miles de mujeres que no encuentran justicia. 

Esta problemática es un ciclo repetitivo, normalizado y silenciado en la mayoría de los casos, hasta el día de hoy. Cómo se evidenció, en la mayoría de casos presentados por diferentes especialistas en el tema. Hoy en día los matrimonios infantiles, tempranos y forzados se presentan, en la mayoría, como uniones informales que derivan de la falta de conocimiento legal del delito de estupro, la violencia sexual contra las menores de edad, la falta de acceso a una educación integral y las creencias sobre los roles de género en el matrimonio. 

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Entre Caminos y Relatos

Para conocer la realidad común de estos casos y también para adentrarse más en la historia de Rebeca haz click sobre la imagen y escucha el episodio dedicado a este tema.

Portada de podcast sobre teatros de comuna, con fotografía blanco y negro, estilo vintage-
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Sobre la autora

Hola, me presento, soy Valentina y este es el fruto de 1 año y medio de investigación que hice para mi titulación en Comunicación Social. Este es un tema que estuvo presente en mi mente hace mucho tiempo atrás, siempre tuve una tendencia a trabajar temas con un enfoque en infancias durante la universidad.

Pero este en particular me motivó a trabajarlo en profundidad porque hace seis años atrás, conocí a una mujer dos años mayor que yo y que vivió esta situación. 

La duda principal que tuve desde ese entonces fue: ¿Cómo es posible que hasta el día de hoy, niñas o adolescentes pasen por esta situación? Estoy orgullosa de haber cumplido esa expectativa que tenía y espero que este reportaje sea solo el comienzo de proyectos para el cambio social que combatan esta problemática.

Para finalizar quiero dedicar, este trabajo periodístico, especialmente a las dos mujeres valientes que contaron su historia para que esto sea posible.

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